La biodiversidad de una ciudad, las fronteras entre lo humano y lo no humano, es siempre más plural que el imaginario que tenemos de ella. Es decir, las usuarias que habitamos la ciudad no somos exclusivamente personas humanas. Convivimos día a día con muchos animales (palomas, gaviotas, urracas, ratones, jabalís, gatos, etc) que encuentran su hogar en toda clase de espacios urbanizados y entornos construidos (huertas urbanas, fachadas, fuentes, jardines, parques, antenas, garajes) donde los animales se instalan buscando cobijo y alimento. Sin embargo, al quedar fuera de toda planificación urbana y al desafiar ese imaginario que solo aprueba su existencia en lugares que coincidan con el que tradicionalmente se entiende por “naturaleza”, los animales “salvajes” que viven en la ciudad son muchas veces vistos como seres desnaturalizados que ocupan e invaden un espacio que no les pertenece. En ese mismo sentido, la ciudad también está llena de mundo vegetal que se hace paso entre el cimiento. Hay árboles y plantas que son fruto de planificaciones urbanas para hacer los espacios más “verdes”, pero hay otras que crecen sin orden y en espacios no deseados. Estas últimas son vistas como suciedad y sinónimo de descuido, la mayoría de las veces sin saber ni sus nombres ni sus características.

Para abordar estas cuestiones decidimos salir de las paredes de la librería para pasear por la ciudad. Lo haremos en una ruta que nos llevará por varios puntos sensibles de la ciudad en los que estos choques se evidencian, para así reflexionar sobre la planificación, diseño y gestión de el espacio urbano en relación a los intereses vitales de los animales y ampliar nuestra visión de la vida vegetal que se puede encontrar en Santiago. De este modo, formulamos una revisión antiespecista de la ciudad que busque no generar sufrimiento y complicaciones a los animales y mire por fórmulas inclusivas y también una reflexión sobre la idea de que es lo silvestre (así como las aplicaciones culinarias que pueden tener las hojas y plantas que nos rodean).

Iria Murado es filósofa antiespecista. Está realizando su tesis doctoral sobre cuestiones de ética animal e investiga formas en las que podemos ayudar a los animales salvajes, tanto a los que viven en entornos naturales coma a los que nos acompañan en las ciudades.

Blanca del Noval es cocinera-investigadora en gastronomía. Graduada por la universidad del Basque Culinary Center, finalizó un máster en RSC y Sostenibilidad por la UNED. Ha liderado proyectos de investigación y divulgación centrados en fermentaciones, plantas silvestres y la reducción del desperdicio alimentario; y colaborado con organismos internacionales, como las Naciones Unidas, en proyectos de desarrollo territorial y estrategia gastronómica. Es coautora de los libros Descartes, que explora el valor gastronómico de los descartes; y Silvestre dedicado a la gastronomía de plantas silvestres. Recientemente autoeditó Salvaxe, una disertación sobre el ecosistema agroalimentario gallego, a través de plantas silvestres comestibles y otros productos olvidados. Actualmente, está emprendiendo un nuevo proyecto, Yagi Miso. Bajo el nombre de Basati, da a conocer plantas silvestres comestibles y productos en desuso en las cenas clandestinas que organiza.